martes, 28 de julio de 2015

JOEL. ÍNDICE.

JOEL. CAPÍTULO 4.

Juicio de las naciones (Mt 21,25-46).

41¡Atención!, en aquellos días,
en aquel momento,
cuando cambie la suerte de Judá y Jerusalén,
2reuniré a todas las naciones
y las haré bajar al valle de Josafat:
allí las juzgaré por sus delitos
contra mi pueblo y heredad;
porque dispersaron a Israel por las naciones,
3se repartieron mi tierra, se sortearon a mi pueblo,
cambiaban un macho por una ramera,
vendían una ramera por unos tragos de vino.
4También vosotros, Tiro, Sidón
y comarca filistea,
¿qué queréis de mí?. ¿queréis vengaros de mí?,
 ¿queréis que os las pague?
Pues muy pronto os daré vuestro merecido:
5porque me robasteis mi oro y mi plata,
llevasteis a vuestros templos
mis objetos preciosos;
6vendisteis los hijos de Judá y Jerusalén
a los griegos
para alejarlos de su territorio.
7Pues yo los sacaré del país donde los vendisteis,
haré recaer las paga sobre vosotros:
8venderé vuestros hijos e hijas a los judíos,
y ellos los venderán
al pueblo remoto de los sabeos
-lo ha dicho el Señor-.

2. Juicio militar (Is 13). 

9Pregonadlo a las naciones,
declarad la guerra santa, alistad soldados,
que vengan todos los combatientes;
10de los arados forjad espadas;
de las podaderas, lanzas;
diga el cobarde: Soy todo un soldado.
11Venid, pueblos todos vecinos, reuníos allí:
el Señor conducirá a sus guerreros.
12Alerta, vengan las naciones
al valle de Josafat,
que allí me sentaré a juzgar
a los pueblos vecinos.
13Mano a la hoz, madura está la mies:
venid y pisad, repleto está el lagar;
rebosan las cubas, porque abunda su maldad,
14turbas y más turbas.
en el valle de la Decisión;
porque llega el día del Señor
en el valle de la Decisión.
15Sol y luna se oscurecen,
los astros recogen su resplandor.
16El Señor rugirá desde Sión,
alzará la voz en Jerusalén
y temblarán cielo y tierra;
el Señor será refugio de su pueblo,
alcázar de los israelitas.
17Y sabréis que yo soy
el Señor, vuestro Dios,
que habito en Sión, mi monte santo;
Jerusalén será santa
y no la atravesarán extranjeros.

3. Restauración. 

18Aquel día los montes manarán licor,
los collados se desharán en leche,
las cañadas de Judá irán llenas de agua;
brotará un manantial en el templo del Señor
que engrosará el Torrente de las Acacias.
19Egipto se volverá desierto;
Edom, estepa desolada,
porque violentaron a los judíos
y derramaron sangre inocente en su país.
20Judá estará habitada siempre,
Jerusalén sin interrupción.
21Vengaré su sangre, no quedarán impunes,
y el Señor habitará en Sión.

Explicación.

4,1-3 Juicio de las naciones. Es poco diferenciado: se puede tomar como juicio del pleito de judíos con paganos, o como juicio criminal de delincuentes, o como pleito del Señor con los paganos, como parte ofendida, ya que se trata de su pueblo y heredad. Se ordena al "cambio de suerte" de Judá.

         Los juicios se solían celebrar a la puerta de la ciudad; pero no hay puerta ni egido que pueda contener a esa masa de encausados, por lo cual finge el autor un valle que lleva el nombre ominoso de Josafat = El Señor juzga. Como si dijera: en el valle del tribunal, de la audiencia del Señor, que es audiencia suprema y sin apelación.

         Comparados con otros (p. ej. Am 1-2) los cargos son sorprendentemente modestos: deportaciones, expropiaciones, abusos sexuales. Lo grave es que en el modo de tratar a los pobres judíos se decide el destino.

4,4-8 Un glosador añadió un juicio y condena de los vecinos de la costa, fenicios y filiesteos (¿serán nombres disimulados de los seléucidas?). Su delito es el comercio de esclavos judíos (cfr. 2 Re 5,2; 1 Mac 3,41), capturados, quizá en escaramuzas o en batallas, y vendidos ventajosamente a comerciantes griegos. El estilo de preguntas puede sugerir  que intentan justificar su conducta como venganza de vejaciones sufridas; en rigor, no los ha movido el afán de justicia, sino la codicia. El castigo implica rigurosamente la ley del talión, pero no tiene nada de escatológico.

       Claro de formulación y pobre de lenguaje, con cierta pasión y sin fantasía, el fragmento no ha sabido contagiarse del contexto. Queda como testimonio de una lectura histórica, que se agarró al nacionalismo de Joel exacerbándolo.

4,9-17 La leva militar precede al juicio y a la ejecución de la sentencia. Su desarrollo en escena, con voces directas y cambios de persona, dificulta la identificación de los personajes. Aleccionados por textos como Ez 38 y su antecedente, Is 14,25, leo el fragmento en clave irónica (cfr. Sal 2,2.4 y 37,13). El Señor despacha a sus mensajeros para que recluten naciones para una guerra santa, con el señuelo de grandes victorias. Las naciones responden a su codicia y ambición y son atraídas al valle fatídico donde se decidirá su suerte en una batalla o juicio. Grandes multitudes acuden, y entonces el Señor ordena a sus siervos de ejecutar la sentencia: nueva ironía final.

4,9 Sobre la guerra santa: Is 13,3; Jr 6,4; 22,7; 51,27s.

4,10 Invirtiendo los términos de Is 2,4 y Miq 4,3, la guerra suspende las tareas agrícolas.

4,11 La última frase es dudosa. Otra interpretación en paralelismo con 10b: "el pacífico se transforma en soldado". 

4,12 El juicio de algún modo ha precedido y no se desarrolla aquí.

4,13 Ejecución de la sentencia. En un salto de la fantasía el valle repleto de hombres se transforma en un valle cubierto de mieses maduras para la siega. Guerreros como espigas granadas que abatirá una hoz gigantesca. O se transforma en gigantesca tina de lagar, repleta de uvas, que unos pies estrujan sacándoles la sangre (Is 63,1-6).

4,14 Es el Valle de la Decisión o sentencia: Is 10,22s; 28,22.

4,15-16a La mención del "día del Señor" conduce a la visión de una teofanía dominada por las tinieblas estelares; en medio de las cuales retumba como un rugido el trueno o "voz del Señor".

4,16b La voz que espanta al universo puede ser reconocida como llamada que atrae al refugio.

4,17 La confesión plena incluye: el nombre Yhwh, el título "vuestro Dios", su morada "Sión". Siendo Jerusalén ciudad santa, por la presencia del Señor, no pueden entrar en ella extranjeros o profanos. La traducción "extranjero" de zar es de signo nacionalista; la traducción "profano" abre la puerta a quienes se consagren (cfr. Is 56).

4,18 Recogiendo el tema de Ez 47 anuncia la transformación de la naturaleza como signo de la nueva era. La tradicional "leche y miel" será entonces leche y licor (Am 9,13). Una fuente maravillosa en el templo suplirá a la lluvia y los manantiales (Dt 11,11 y 8,7).

4,19 El castigo de dos enemigos sirve de contraste. ¿Por qué ha seleccionado esos dos? Quizá por una razón histórica que desconocemos. O bien, Egipto por su papel histórico y Edom por su asonancia con sangre. Gn 4,12; Jl 3,17.

4,20-21 En la conclusión figura Judá (no Israel) con su capital, Jerusalén. El día del Señor ha inaugurado una era perpetua, y la clave es que él habita en Sión.

JOEL. CAPÍTULO 3.

Escatología: día del Señor (Is 24-27; 34-35; Ez 38-39; Zac 14; Hch 2).

1. El don del espíritu. 

31Después derramaré mi espíritu sobre todos:
vuestros hijos e hijas profetizarán, 
vuestros ancianos soñarán sueños,
vuestros jóvenes verán visiones.
2También sobre siervos y siervas
derramaré mi espíritu aquel día.
3Haré prodigios en cielo y tierra:
sangre, fuego, humareda;
4el sol aparecerá oscuro, la luna ensangrentada,
antes de llegar el día del Señor,
grande y terrible.
5Todos los que invoquen 
el nombre del Señor se librarán:
en el monte Sión quedará un resto
-lo dice el Señor-,
en Jerusalén los supervivientes
que él convoque.

Explicación.

3-4 Los apuntes escatológicos dispersos en los capítulos precedentes se integran en una escatología que incluye los elementos típicos: el día del Señor, acompañamiento cósmico de teofanía, juicio solemne de las naciones, liberación del pueblo, instauración del orden nuevo y definitivo.

3,1-2 Hay que leer estos versos sobre el fondo de Nm 11, en particular la respuesta de Moisés a los celos mezquinos de Josué: "¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor", y teniendo en cuenta Dt 18,15. El profeta anuncia como futuro el cumplimiento del deseo de Moisés. Anulando explícitamente cualquier discriminación: de edad, de clase social, de sexo. Y con la expresión literal "toda carne" abre sin límites su profecía. Por eso será recogida por Hch 2.

         Aquí se anuncia la restauración del pueblo por el espíritu, en 4,18s la restauración de la tierra por el agua: los dos elementos como en Ez 37 y 47.

3,3-4 Los portentos de la teofanía conjuran una visión temerosa. Es como pasar a sangre y fuego el paisaje, de modo que la sangre salpique la luna y el humo oscurezca el sol.

3,5 Queda una ciudad de asilo (cfr. is 37,36) y un hombre que salva como consigna por su invocación; porque invocarlo equivale a una profesión de fe. Véanse Hch 4,10-12; Rom 10,10.

JOEL. CAPÍTULO 2.

3. La invasión de la langosta. 

21Tocad la trompeta en Sión,
lanzad el alarido en mi monte santo;
tiemblen los campesinos, porque llega,
ya está cerca el día del Señor; 
2día de oscuridad y tinieblas,
día de nubes y nubarrones;
como crepúsculo
que se extiende sobre los montes
es el ejército denso y numeroso;
no hubo semejante ni se volverá a repetir
por muchas generaciones.
3En vanguardia el fuego devora,
las llamas abrasan en retaguardia;
delante la tierra es un vergel,
detrás es una estepa desolada; nada se salva.
4Su aspecto es de caballos, de jinetes que galopan;
5su estruendo,
de carros rebotando por las montañas;
como crepitar de llama que consume la paja,
como ejército numeroso
formado para la batalla;
6ante el cual tiemblan los pueblos,
con los rostros enrojecidos.
7Corren como soldados,
escalan aguerridos la muralla,
cada cual avanza en su línea
sin desordenar las filas;
8ninguno estorba al camarada,
avanza cada cual por su calzada,
aunque caigan al lado saetas,
no se desbandan.
9Asaltan la ciudad, escalan las murallas,
suben las casas,
penetran como ladrones por las ventanas.
10Ante ellos tiembla la tierra
y se conmueve el cielo,
sol y luna se oscurecen,
los astros retiran su resplandor.
11El Señor alza la voz delante de su ejército:
son innumerables sus campamentos,
son fuertes los que cumplen sus órdenes.
Grande y terrible es el día del Señor:
¿quién resistirá?

4. Penitencia y súplica. 

12Pues ahora -oráculo del Señor-,
convertíos a mí de todo corazón, con ayuno,
con llanto, con luto.
13Rasgad los corazones y no los vestidos;
convertíos al Señor Dios vuestro;
que es compasivo y clemente,
paciente y misericordioso,
y se arrepiente de las amenazas.
14Quizá se arrepienta y vuelva, dejando a su paso
bendición, ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios.
15Tocad la trompeta en Sión, proclamad un ayuno,
16convocad la reunión, congregad al pueblo,
purificad la asamblea, reunid a los ancianos,
congregad a los muchachos y niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo;
17entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes,
digan los ministros del Señor:
Perdona, Señor, a tu pueblo,
no entregues tu heredad al oprobio,
no la sometan los gentiles,
no se diga entre los pueblos:
¿dónde está su Dios?
18El Señor tenga celos de su tierra
y perdone a su pueblo.

5. Oráculo de salvación (Dt 28,11-12). 

19Entonces el Señor respondió a su pueblo:
Yo os enviaré el trigo,
el vino, el aceite a saciedad,
ya no haré de vosotros
el oprobio de los paganos;
20alejaré de vosotros al pueblo del norte,
lo dispersaré por tierra árida y yerma:
la vanguardia hacia el mar de levante,
la retaguardia hacia el mar de poniente;
se esparcirá su hedor,
se extenderá su pestilencia,
porque intentó hacer proezas.
21No temas, suelo; alégrate, haz fiesta,
porque el Señor ha hecho proezas;
22no temáis, fieras agrestes,
que los prados de la estepa germinarán,
los árboles darán sus frutos,
la vid y la higuera darán su riqueza.
23Hijos de Sión, alegraos
y festejad al Señor, vuestro Dios,
que os da la lluvia temprana en su sazón,
la lluvia tardía como antaño
y derrama para vosotros el aguacero.
24Las eras se llenarán de grano,
rebosarán los lagares de vino y aceite;
25os compensaré los años
en que devoraban la langosta,
el saltamontes, el cigarrón y el langostón,
mi gran ejército que envié contra vosotros.
26Comeréis hasta hartaros
y alabaréis al Señor, vuestro Dios,
que hizo prodigios por vosotros;
27sabréis que yo estoy en medio de Israel
y mi pueblo no quedará defraudado.
Yo soy el Señor, vuestro Dios, y no hay otro,
y mi pueblo no quedará defraudado.

Explicación.

2,1 El toque de alarma establece una tonalidad militar: Os 5,8; Jr 4,5. El día del Señor no es día de festejos, sino de alarma: Am 5,18.

2,1-11 Es un cuadro descriptivo magistral, lleno de movimiento, rápido y conciso. Comienza, después del toque de alarma, con una visión lejana, una especie de crepúsculo resaltando sobre un fondo de nubarrones; la visión se precisa como multitud apretada, se acerca y nos deja ver su paso rápido y desolador por campos y huertos. La visión se echa encima, permite distinguir figuras individuales y escuchar de cerca ruidos. Ha llegado a la zona habitada y se ha encontrado con seres humanos, que sólo pueden asistir espantados e impotentes a la invasión. En la nueva etapa preparan y ejecutan un asalto e invasión de la ciudad hasta apoderarse de los últimos recintos. Terminada la conquista, el universo se contagia y asiste temblando al espectáculo; y por encima del cuadro aparece el jefe de todos, cuyas órdenes se han cumplido.

        El poeta realiza una gran transposición poética. La invasión de la langosta está recreada en la imagen de un ejército que avanza arrasando sembrados y da el asalto final a una ciudad amurallada. Es casi una visión de pesadilla: los zancudos saltamontes se echan encima como caballos, su serrar tallos y cortezas suena como chisporroteo de llamas. La transposición imaginativa da otro salto: no es un ejército cualquiera, sino el gran ejército escatológico que el Señor dirige como general en jefe; de ahí el contagio cósmico. Los espectadores impotentes que aparecen fugazmente dentro del poema reflejan a los lectores o a los participantes en la liturgia penitencial. El texto está inspirado en Is 13 -suponiendo que sea anterior-, como muestra la concepción y muchas coincidencias verbales.

2.2 La oscuridad provocada por la nube de langosta es real (Éx 10,22) y a la vez simbólica (Sof 1,15).

2,3 El ejército avanza sembrando destrucción en los campos, como si fuera una llama (cfr. Nm 22,4); la comparación añade una resonancia de teofanía. "Vergel", sin artículo, despierta resonancia de paraíso (Ez 36,35).

2,4-5 Aspecto y ruido, con regularidad de marcha militar (cfr. Is 5,24).

2,7-8 Asombra que esa multitud millonaria no perturba su avance. El último verbo, como se lee en hebreo, procede del gremio de los tejedores y se podría traducir: "no cortan la trama"; es decir, el tejido perfecto que tejen en su avance. Algunos corrigen y leen el verbo "hender, agrietar".

2,9 Véanse Éx 10,6 y Jr 9,20.

2,10 Está en plena escatología. Cuando la ciudad santa ha sido conquistada, el universo se estremece. Cuando el Señor viene a juzgar, sus testigos cósmicos acuden temblando. Con la convención literaria los escritores escatológicos querían expresar la unidad del universo y su participación en los grandes acontecimientos de la historia.

2,11 El creador y señor de la historia dirige las operaciones; astros y meteoros son sus cuerpos de ejército. La última frase se lee también Mal 3,2.

2,12 "Pues ahora": aunque se acerca el día del Señor, todavía queda tiempo para convertirse: véanse Dt 30,10.

2,12-18 Esta sección está ligada a 1,13-14 por la repetición de los términos. En la hipótesis de un acto de culto, el toque de alarma militar era una transformación de la convocación litúrgica.

           El presidente ha profundizado el grito "¡Ay de ese día!" (1,15); en nombre de todos ha preguntado: "¿Quién podrá resistir?". Dios responde invitando a la conversión. Así se establece el eje de la sección con el verbo shub: si el pueblo vuelve = se convierte, el Señor volverá cesando en la ira. La conversión del pueblo es condición para que actúe la misericordia del Señor; pero debe ser "de corazón"; los ritos se aceptan si brotan como expresión de la actitud anterior.

2,13 Compárese con Jr 4,4. Los atributos de Dios están tomados de una fórmula litúrgica recurrente: Éx 34,6; Sal 86,15; 103,8; etc.

2,14 "Quizá": en la duda humilde se escucha la voz del profeta: el hombre no puede disponer a su antojo de Dios; compárese con Os 6,1s.

2,16 La asamblea incluirá a personas que de ordinario quedaban excluidas o dispensadas.

2,17 La súplica introduce un elemento que hasta ahora no había sonado: la amenaza extranjera. Si el libro es postexílico, Judá era parte de una provincia del imperio persa, con libertad religiosa y cierta autonomía civil. ¿Temen los orantes perder esa limitada autonomía? Los desastres agrícolas obligaban muchas veces a cargarse de deudas hasta perder la libertad: recuérdese la política de José como visir de Egipto (Gn 47) y Lv 25,39.

2,18 Si el pueblo ha vuelto, ha sido respondiendo a la iniciativa de su Dios. Algunos pasan este verso a la sección siguiente, leyendo perfecto narrativo.

2,19-27 La respuesta del Señor recoge múltiples elementos de lo que precede. Concretamente, hay repeticiones verbales o temáticas en los versos 19.20.21.22.23.25.26. Las promesas tienen contenido material, agrario, como frenando la fantasía y volviendo al punto de partida. Pero en todo ello el pueblo debe sentir la presencia y la acción del Señor.

2,20 Es el ejército de insectos descrito antes. Lleva un nombre tradicional en la historia (Jr 4,6; 6,1 etc), que pasa a la escatología (Ez 38,6.15; 39,2). Los dos mares son el Mar Muerto y el Mar Mediterráneo.

2,21-22 Respondiendo a la experiencia humana de antes y a la participación de su mundo, el Señor interpela a la tierra cultivada y a los animales.

2,23 "Hijos de Sión"; o designa a los vecinos de la capital o a los judíos, hijos de la matrona Jerusalén. La lluvia, en tres denominaciones, curará las heridas de la langosta y la sequía, devolviendo a los campos la fertilidad. Juntando la expresión "lluvia en su sazón" con la de Os 10,12 algunos leyeron "el Maestro de Justicia", e hicieron de él un personaje esperado de la era futura.

2,25  Para el principio de compensación véase Sal 90,15.

2,26 La alabanza por la comida: véanse Is 62,9; Rom 14,6; 1 Cor 10,30.

2,27 Fórmula de alianza enriquecida con la predicación de Isaías II (Is 45,5.6.18.21; 46,9). Pronunciando sinceramente esta procesión de fe, el pueblo no quedará defraudado.

JOEL. CAPÍTULO 1.

11Palabra que el Señor dirigió a Joel, hijo de Fatuel.

Liturgia penitencial por una plaga

1. Descripción y llanto (Éx 10; Dt 28,38-42)

2Oídlo, jefes; escuchad, campesinos:
¿Ha sucedido algo semejante en vuestros días
o en los días de vuestros antepasados?
3Contádselo a vuestros hijos,
vuestros hijos a los sujyos,
sus hijos a la siguiente generación.
4Lo que dejó el saltamontes lo comió la langosta,
lo que dejó la langosta lo comió el cigarrón,
lo que dejó el cigarrón lo comió el langostón.
5Despertad, borrachos, y llorad; gemid, bebedores,
que os quitan el licor de la boca;
6porque un pueblo invade mi país,
apretado, sin número:
tiene dientes de león y quijadas de leona;
7convierte mi viñedo en desolación,
reduce las higueras a astillas;
pela, descorteza, hasta que blanquean las ramas.
8Suspira, como joven vestida de sayal,
por el marido de su juventud;
9en el templo del Señor cesaron ofrenda y libación,
hacen duelo los sacerdotes que sirven al Señor.
10Asolado el suelo, hace duelo la tierra:
el grano está perdido,
el vino seco, el aceite rancio;
11están defraudados los labradores,
se quejan los viñadores por el trigo y la cebada,
pues no hay cosechas en los campos.
12La viña está seca, la higuera marchita,
y el granado y la palmera y el manzano;
los árboles silvestres están secos,
y hasta el gozo de los hombres se ha secado.

2. Duelo y súplica (Jr 14,1-10). 

13Vestid de luto, sacerdotes;
gemid, ministros del altar;
venid a dormir en esteras, ministros de mi Dios,
porque faltan en el templo
de vuestro Dios ofrenda y libación.
14Proclamad un ayuno, convocad la asamblea,
reunid a los jefes y a todos los campesinos
en el templo del Señor, vuestro Dios,
15y clamad al Señor: ¡Ay que día!,
porque está cerca el día del Señor,
llegará como azote del Todopoderoso.
16¿No estáis viendo cómo falta
en el templo de nuestro Dios
la comida y la fiesta y la alegría?
17Se han secado las semillas bajo los terrones,
los silos están desolados, los graneros vacíos,
porque la cosecha se ha perdido.
18¡Cómo muge el ganado, está inquieta la vacada,
porque no quedan pastos, y las ovejas lo pagan!
19A ti, Señor, te invoco,
que el fuego se ha cebado
en los prados de la estepa,
la canícula abrasa los árboles silvestres.
20Hasta las bestias agrestes regen a ti,
porque están secas las cañadas y el fuego se ceba
en los prados de la estepa.

EXPLICACIÓN.

1-2 Estos capítulos forman una unidad definida por una patente inclusión: la plaga llega... termina la plaga. Por la forma, podemos hablar de una liturgia penitencial, real o literaria. El desarrollo duplica descripción y petición antes del oráculo de respuesta. Resulta un movimiento lógico de bloques mayores.

       Acuciado por una plaga agrícola, el profeta convoca al pueblo a un acto de duelo, al final del cual él mismo entona una súplica. No suena un oráculo benévolo de Dios, y el profeta aborda una nueva descripción de la plaga en clave fantástica, a la cual responde Dios invitando a la penitencia y conversión. De nuevo se convoca el pueblo, esta vez expresamente para un acto penitencial, y Dios responde pronunciando su oráculo de perdón y promesa.

       También es unitario el universo semántico. Como base tenemos la tierra: suelo, campos, dehesas, terrones; en la tierra, el pueblo repartido por categorías. La tierra es objeto de oposiciones fundamentales: fertilidad / esterilidad, frutos / carestía. Eras y lagares, frutos y productos específicos y también la lluvia pertenecen a la fertilidad; lo contrario son los desastres agrarios: langosta y sequía. Hay que añadir las acciones o reacciones humanas: fiesta / duelo, himno / súplica.

       Ese material lo maneja el autor con singular concentración y con organización articulada. El lector puede sentirse envuelto en él, sin perder la orientación. El talento del poeta le permite superar el peligro de monotonía.

1,1-20 Dividimos el capítulo en dos secciones: descripción (1-12), y súplica (13-20). Sobre los dos se extiende la articulación irregular de los imperativos: 2.5.8.13.14: estos imperativos nos dicen que descripción y súplica están acompañados de interpelación urgente; el pueblo debe participar en el dolor y la súplica. El hombre y la naturaleza se solidarizan en un duelo único y gigantesco, tanto que hacia el final el hombre se  contagia de sequía y los animales se suman al coro de quejas. También al Señor afecta el duelo, pues faltan en el templo los dones del campo.

1,2-3 El comienzo es hiperbólico y apela al principio de la tradición (Sal 78,3-6). Los "jefes" son los "ancianos" o senadores; no hay referencia al rey y a los príncipes. "Campesinos": creo que aquí tiene ese valor, como correlativo de los jefes y por el contexto agrario.

1,4 La identificación de las cuatro variedades o cuatro estadios de los ortópteros no hace al caso. Con los cuatro nombres de una entomología empírica, el autor hace desfilar cuatro oleadas de insectos voraces, en ritmo perfecto e imperturbable.

1,5 ¿Por qué selecciona a los borrachos? -Porque el vino es fuente y signo de alegría y su falta síntoma de desastre (Is 16,9-10; 24,7-12; Jr 48,33).

1,6-7 Parra e higuera, además de representar los frutos, sugieren la paz doméstica (Is 36,16s; Miq 4,4). A la descripción realista de las plantas se sobrepone la visión desmesurada de los insectos, encareciendo su ferocidad destructiva y preparando una transposición trascendente.

1,8 El sujeto femenino debe de ser la ciudad, como encarnación del pueblo. La rápida comparación sugiere el mundo familiar del amor y la fecundidad.

1,9-10 Forman un paralelismo expresivo, entonan una lamentación antifonal: los sacerdotes, porque faltan en el templo las ofrendas de harina y vino, la tierra, porque se ha quedado sin grano, vino y aceite, materia básica del alimento y de las ofrendas (Sal 104,15 y Lv 2).

1,11-12 Hay que notar la insistencia en el verbo "secarse", dicho incluso del "gozo" humano.

1,13 Deben deponer los ornamentos sacerdotales; parece implicada la abstinencia sexual.

1,14 Se trata de un ayuno ritual, colectivo: véanse Is 58; Jr 26; Zac 7, para provocar la compasión de Dios.

1,15 Hay un "hoy" presente, infausto, que anuncia un "día del Señor", de mayor alcance; lo anuncia, casi lo inaugura. "Azote" o calamidad: Is 13,6; Jr 48,3; paronomasia del título que traducimos por Omnipotente.

1,16-17 El poeta empareja en el desastre el mundo agrario y el cúltico, mostrando así su interdependencia: de la cosecha se toman las ofrendas, del templo sale la bendición.

1,18 El poeta incorpora los animales domésticos al coro de lamentaciones: véanse Jr 14,5s y Sal 104,21. También los rebaños suministran víctimas para el culto.

1,19-20 El jefe de la liturgia toma la palabra y se hace portavoz de prados esteparios que el hombre no cultiva y de animales salvajes que el hombre no domestica. La plaga que describe se parece más a la sequía pertinaz que a la invasión de la langosta.

JOEL. INTRODUCCIÓN.

                   Nada nos dice el texto bíblico sobre Joel ben Fatuel: en qué reinado actuó, algún dato de su vida... Su nombre significa "Yhwy es Dios". Tampoco nos ofrece el libro bases  para datarlo con seguridad; el "enemigo del Norte" (2,20) puede ser Asiria, que destruyó Israel, o Babilonia, que destruyó a Judá, o puede ser el enemigo por antonomasia para autores tardíos. La dispersión entre las naciones (4,2) es el destierro, y está vista como hecho  histórico. La mención de los griegos (4,6) -si no es adición- nos lleva también a una época tardía. Y también parece tardía la concepción escatológica. La principal razón para colocar al profeta en período preexílico es que se encuentra entre Oseas y Amós, ambos profetas del siglo VIII.

                 Pero si poco sabemos de la biografía del autor, tanto más interesesante es contemplar su obra: poderosa creación literaria y a la vez significativa del modo de profetizar.

                El profeta toma como punto de partida una catástrofe ciudadana: una terrible plaga de langosta, fatal para una cultura agrícola. También él ha tomado parte en la situación: conoce las diversas variedades de insecto desolador, ha observado cómo se suceden  las olas o nubes invasoras; ha contemplado con detalle los efectos destructores en las plantas. En su imaginación poética la plaga de langosta se convierte en un ejército aguerrido y ordenado que asalta y conquista una ciudad. Éste es un primer paso de elevación poética.

               La catástrofe nacional pide una acción religiosa de expiación: una jornada de ayuno y penitencia para suplicar la compasión divina. Y aquí se nos presenta un aspecto de la religiosidad israelítica, sus actos de culto, la proclamación del profeta, la participación de sacerdotes y pueblo en sus puestos respectivos. Estos elementos litúrgicos están en el libro en su estado natural, sin transformación poética. Todo culmina en el oráculo con que Dios responde al pueblo, anunciando la liberación de la plaga y las bendiciones tradicionales que retornan sobre la tierra.

              En este ambiente litúrgico, y con la iluminación poética, Joel levanta todo el suceso, la plaga de langosta, a la categoría religiosa de "día del Señor"; momentos de la historia en que Dios interviene soberanamente, usando como instrumento los fenómenos atmosféricos o los ejércitos humanos. En esos "días" el Señor hace juicio público, castigando y salvando. Éste, que es un "día del Señor", puede convertirse fácilmente en el día del Señor, en cuanto lo anuncia y prefigura.

             "El día del Señor" es un momento escatológico que incluye los temas clásicos: un juicio solemne y público en el que tendrán que comparecer las naciones paganas; portentos cósmicos enmarcan el juicio. Después viene la gran restauración definitiva, que en el texto de Joel se distingue por dos factores: la efusión sin discriminación del espíritu y la prosperidad agraria. El contexto escatológico explica la actitud frente a los paganos, vistos como enemigos culpables: y correlativamente, el tono nacionalista del final.

             Así es el libro de Joel: obra de un gran poeta que construye con rigor, que sabe desarrollar coherentemente una transposición imaginativa, que renueva con breves imágenes la tradición literaria y los motivos poéticos comunes. Al mismo tiempo es un profeta adicto al culto, ejemplo de uno de esos profetas cúlticos que la investigación reciente ha descubierto.