martes, 28 de julio de 2015

JOEL. CAPÍTULO 2.

3. La invasión de la langosta. 

21Tocad la trompeta en Sión,
lanzad el alarido en mi monte santo;
tiemblen los campesinos, porque llega,
ya está cerca el día del Señor; 
2día de oscuridad y tinieblas,
día de nubes y nubarrones;
como crepúsculo
que se extiende sobre los montes
es el ejército denso y numeroso;
no hubo semejante ni se volverá a repetir
por muchas generaciones.
3En vanguardia el fuego devora,
las llamas abrasan en retaguardia;
delante la tierra es un vergel,
detrás es una estepa desolada; nada se salva.
4Su aspecto es de caballos, de jinetes que galopan;
5su estruendo,
de carros rebotando por las montañas;
como crepitar de llama que consume la paja,
como ejército numeroso
formado para la batalla;
6ante el cual tiemblan los pueblos,
con los rostros enrojecidos.
7Corren como soldados,
escalan aguerridos la muralla,
cada cual avanza en su línea
sin desordenar las filas;
8ninguno estorba al camarada,
avanza cada cual por su calzada,
aunque caigan al lado saetas,
no se desbandan.
9Asaltan la ciudad, escalan las murallas,
suben las casas,
penetran como ladrones por las ventanas.
10Ante ellos tiembla la tierra
y se conmueve el cielo,
sol y luna se oscurecen,
los astros retiran su resplandor.
11El Señor alza la voz delante de su ejército:
son innumerables sus campamentos,
son fuertes los que cumplen sus órdenes.
Grande y terrible es el día del Señor:
¿quién resistirá?

4. Penitencia y súplica. 

12Pues ahora -oráculo del Señor-,
convertíos a mí de todo corazón, con ayuno,
con llanto, con luto.
13Rasgad los corazones y no los vestidos;
convertíos al Señor Dios vuestro;
que es compasivo y clemente,
paciente y misericordioso,
y se arrepiente de las amenazas.
14Quizá se arrepienta y vuelva, dejando a su paso
bendición, ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios.
15Tocad la trompeta en Sión, proclamad un ayuno,
16convocad la reunión, congregad al pueblo,
purificad la asamblea, reunid a los ancianos,
congregad a los muchachos y niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo;
17entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes,
digan los ministros del Señor:
Perdona, Señor, a tu pueblo,
no entregues tu heredad al oprobio,
no la sometan los gentiles,
no se diga entre los pueblos:
¿dónde está su Dios?
18El Señor tenga celos de su tierra
y perdone a su pueblo.

5. Oráculo de salvación (Dt 28,11-12). 

19Entonces el Señor respondió a su pueblo:
Yo os enviaré el trigo,
el vino, el aceite a saciedad,
ya no haré de vosotros
el oprobio de los paganos;
20alejaré de vosotros al pueblo del norte,
lo dispersaré por tierra árida y yerma:
la vanguardia hacia el mar de levante,
la retaguardia hacia el mar de poniente;
se esparcirá su hedor,
se extenderá su pestilencia,
porque intentó hacer proezas.
21No temas, suelo; alégrate, haz fiesta,
porque el Señor ha hecho proezas;
22no temáis, fieras agrestes,
que los prados de la estepa germinarán,
los árboles darán sus frutos,
la vid y la higuera darán su riqueza.
23Hijos de Sión, alegraos
y festejad al Señor, vuestro Dios,
que os da la lluvia temprana en su sazón,
la lluvia tardía como antaño
y derrama para vosotros el aguacero.
24Las eras se llenarán de grano,
rebosarán los lagares de vino y aceite;
25os compensaré los años
en que devoraban la langosta,
el saltamontes, el cigarrón y el langostón,
mi gran ejército que envié contra vosotros.
26Comeréis hasta hartaros
y alabaréis al Señor, vuestro Dios,
que hizo prodigios por vosotros;
27sabréis que yo estoy en medio de Israel
y mi pueblo no quedará defraudado.
Yo soy el Señor, vuestro Dios, y no hay otro,
y mi pueblo no quedará defraudado.

Explicación.

2,1 El toque de alarma establece una tonalidad militar: Os 5,8; Jr 4,5. El día del Señor no es día de festejos, sino de alarma: Am 5,18.

2,1-11 Es un cuadro descriptivo magistral, lleno de movimiento, rápido y conciso. Comienza, después del toque de alarma, con una visión lejana, una especie de crepúsculo resaltando sobre un fondo de nubarrones; la visión se precisa como multitud apretada, se acerca y nos deja ver su paso rápido y desolador por campos y huertos. La visión se echa encima, permite distinguir figuras individuales y escuchar de cerca ruidos. Ha llegado a la zona habitada y se ha encontrado con seres humanos, que sólo pueden asistir espantados e impotentes a la invasión. En la nueva etapa preparan y ejecutan un asalto e invasión de la ciudad hasta apoderarse de los últimos recintos. Terminada la conquista, el universo se contagia y asiste temblando al espectáculo; y por encima del cuadro aparece el jefe de todos, cuyas órdenes se han cumplido.

        El poeta realiza una gran transposición poética. La invasión de la langosta está recreada en la imagen de un ejército que avanza arrasando sembrados y da el asalto final a una ciudad amurallada. Es casi una visión de pesadilla: los zancudos saltamontes se echan encima como caballos, su serrar tallos y cortezas suena como chisporroteo de llamas. La transposición imaginativa da otro salto: no es un ejército cualquiera, sino el gran ejército escatológico que el Señor dirige como general en jefe; de ahí el contagio cósmico. Los espectadores impotentes que aparecen fugazmente dentro del poema reflejan a los lectores o a los participantes en la liturgia penitencial. El texto está inspirado en Is 13 -suponiendo que sea anterior-, como muestra la concepción y muchas coincidencias verbales.

2.2 La oscuridad provocada por la nube de langosta es real (Éx 10,22) y a la vez simbólica (Sof 1,15).

2,3 El ejército avanza sembrando destrucción en los campos, como si fuera una llama (cfr. Nm 22,4); la comparación añade una resonancia de teofanía. "Vergel", sin artículo, despierta resonancia de paraíso (Ez 36,35).

2,4-5 Aspecto y ruido, con regularidad de marcha militar (cfr. Is 5,24).

2,7-8 Asombra que esa multitud millonaria no perturba su avance. El último verbo, como se lee en hebreo, procede del gremio de los tejedores y se podría traducir: "no cortan la trama"; es decir, el tejido perfecto que tejen en su avance. Algunos corrigen y leen el verbo "hender, agrietar".

2,9 Véanse Éx 10,6 y Jr 9,20.

2,10 Está en plena escatología. Cuando la ciudad santa ha sido conquistada, el universo se estremece. Cuando el Señor viene a juzgar, sus testigos cósmicos acuden temblando. Con la convención literaria los escritores escatológicos querían expresar la unidad del universo y su participación en los grandes acontecimientos de la historia.

2,11 El creador y señor de la historia dirige las operaciones; astros y meteoros son sus cuerpos de ejército. La última frase se lee también Mal 3,2.

2,12 "Pues ahora": aunque se acerca el día del Señor, todavía queda tiempo para convertirse: véanse Dt 30,10.

2,12-18 Esta sección está ligada a 1,13-14 por la repetición de los términos. En la hipótesis de un acto de culto, el toque de alarma militar era una transformación de la convocación litúrgica.

           El presidente ha profundizado el grito "¡Ay de ese día!" (1,15); en nombre de todos ha preguntado: "¿Quién podrá resistir?". Dios responde invitando a la conversión. Así se establece el eje de la sección con el verbo shub: si el pueblo vuelve = se convierte, el Señor volverá cesando en la ira. La conversión del pueblo es condición para que actúe la misericordia del Señor; pero debe ser "de corazón"; los ritos se aceptan si brotan como expresión de la actitud anterior.

2,13 Compárese con Jr 4,4. Los atributos de Dios están tomados de una fórmula litúrgica recurrente: Éx 34,6; Sal 86,15; 103,8; etc.

2,14 "Quizá": en la duda humilde se escucha la voz del profeta: el hombre no puede disponer a su antojo de Dios; compárese con Os 6,1s.

2,16 La asamblea incluirá a personas que de ordinario quedaban excluidas o dispensadas.

2,17 La súplica introduce un elemento que hasta ahora no había sonado: la amenaza extranjera. Si el libro es postexílico, Judá era parte de una provincia del imperio persa, con libertad religiosa y cierta autonomía civil. ¿Temen los orantes perder esa limitada autonomía? Los desastres agrícolas obligaban muchas veces a cargarse de deudas hasta perder la libertad: recuérdese la política de José como visir de Egipto (Gn 47) y Lv 25,39.

2,18 Si el pueblo ha vuelto, ha sido respondiendo a la iniciativa de su Dios. Algunos pasan este verso a la sección siguiente, leyendo perfecto narrativo.

2,19-27 La respuesta del Señor recoge múltiples elementos de lo que precede. Concretamente, hay repeticiones verbales o temáticas en los versos 19.20.21.22.23.25.26. Las promesas tienen contenido material, agrario, como frenando la fantasía y volviendo al punto de partida. Pero en todo ello el pueblo debe sentir la presencia y la acción del Señor.

2,20 Es el ejército de insectos descrito antes. Lleva un nombre tradicional en la historia (Jr 4,6; 6,1 etc), que pasa a la escatología (Ez 38,6.15; 39,2). Los dos mares son el Mar Muerto y el Mar Mediterráneo.

2,21-22 Respondiendo a la experiencia humana de antes y a la participación de su mundo, el Señor interpela a la tierra cultivada y a los animales.

2,23 "Hijos de Sión"; o designa a los vecinos de la capital o a los judíos, hijos de la matrona Jerusalén. La lluvia, en tres denominaciones, curará las heridas de la langosta y la sequía, devolviendo a los campos la fertilidad. Juntando la expresión "lluvia en su sazón" con la de Os 10,12 algunos leyeron "el Maestro de Justicia", e hicieron de él un personaje esperado de la era futura.

2,25  Para el principio de compensación véase Sal 90,15.

2,26 La alabanza por la comida: véanse Is 62,9; Rom 14,6; 1 Cor 10,30.

2,27 Fórmula de alianza enriquecida con la predicación de Isaías II (Is 45,5.6.18.21; 46,9). Pronunciando sinceramente esta procesión de fe, el pueblo no quedará defraudado.

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